Héctor Guzmán, sosteniendo un rifle de aire modificado, explora las olas de Archipiélago de Las Perlas de Panamá
14 octubre 2014 |
Con un tiro hábil el científico del Smithsonian inserta un transmisor en la grasa de la ballena justo en frente de su aleta dorsal, dando así inicio a una colecta sin precedentes de datos en su larga migración a lo largo de la costa occidental de las Américas. El comportamiento del animal se mantiene igual.
Este sistema de seguimiento satelital de Guzmán está revelando nuevos detalles sobre las ballenas jorobadas hembras y sus inseparables crías, la cuales no están marcadas. Una pareja comenzó su migración hacia el sur, bordeando la costa en ruta hacia el Estrecho de Magallanes o la Antártida.
Otras dos se dirigieron al oeste de la Península de Azuero de Panamá y el Parque Nacional Coiba. Estos pares desafían la idea anterior de que permanezcían en Las Perlas por la duración de su estancia. “Las ballenas no se quedan en una sola área por muchos días, se están moviendo y vuelven constantemente”, comentó Guzmán.
Todas las ballenas deberían dirigirse hacia el sur a finales de octubre. Si los transmisores siguen funcionando bien, pueden rastrear los movimientos de estos individuos durante el máximo de un año.
“Elegimos las madres con crías porque son las más vulnerables a las colisiones con buques y a enredarse en las redes de pesca”, comentó Guzmán, cuyo trabajo anterior de seguimiento de ballenas llevó a la implementación de una ruta designada para los buques comerciales en la Bahía de Panamá, destinado a reducir las posibles colisiones con ballenas.