Partículas de polvo gigantes que se diseminan por todo el mundo pueden estar contribuyendo al calentamiento global, advierte un estudio británico publicado en Science Advances.
20 diciembre 2018 |
Para plantear esa tesis, los investigadores recolectaron el polvo del Sahara en boyas flotantes y trampas de sedimentos bajo el agua en cinco lugares en el Océano Atlántico entre 2013 y 2016.
Anteriormente se pensaba que el tamaño de las partículas en esta nube oscilaba entre 0,01 y 0,02 milímetros de diámetro, pero hallaron de hasta 0,45 en muestras en la región caribeña.
Según consideraron, esto significa que el papel de los grandes corpúsculos de polvo, especialmente el cuarzo (mineral), tanto en la formación de nubes como en el ciclo del carbono en los océanos, se ha subestimado.
Al decir del coautor del estudio, Giles Harrison, estas partículas salen del Sahara y se transportan entre continentes, y la mayoría de las personas las conocen mejor cuando terminan depositadas en nuestros coches o causan el tipo de cielos anaranjados que vimos hace un año.
Sin embargo, las ideas existentes no permiten que tales granos viajen en la atmósfera a distancias tan extensas, lo que sugiere la existencia de un proceso atmosférico o una combinación de ellos -aún desconocidos- capaces de mantenerlos en el aire, expresó.
El hecho de que partículas de polvo más grandes permanezcan flotando en el ambiente durante mucho tiempo se considera que está en conflicto con las leyes físicas de la gravedad, dijo la autora principal, Michele van der Does.
Mostramos que a través de una mezcolanza de fuerzas y de movimientos en el aire los grandes gránulos de polvo pueden permanecer por más tiempo, concluyó Van der Does.