El Panel Mundial sobre Agricultura y Sistemas Alimentarios para la Nutrición publicó pautas para mejorar la dieta a partir de la reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos saludables.
11 noviembre 2018 |
En tal sentido advirtió que una alimentación deficiente supone una amenaza para la salud pública mayor que la malaria, la tuberculosis o el sarampión, al tiempo que por lo menos un tercio de los alimentos producidos van a dar a la basura.
Para el máximo dirigente de la FAO, abordar todas las formas de malnutrición y promover dietas saludables, precisa 'poner en marcha sistemas alimentarios que aumenten la disponibilidad, asequibilidad y consumo de alimentos frescos y ricos en nutrientes para todos'.
Las normas recogidas en el texto incluyen, entre otras, educar a las partes interesadas, mayor énfasis en los alimentos perecederos; mejorar las infraestructuras públicas y privadas; fomentar la innovación; además de superar las dificultades sobre el conocimientos de las pérdidas y desperdicio de alimentos.
A juicio de especialistas, los alimentos ricos en nutrientes, como frutas, hortalizas, semillas, frutos secos, productos lácteos, carnes, pescado y mariscos son muy perecederos y por ello tienen posibilidades de dañarse o perderse en la cadena alimentaria.
El texto reitera que cada año se pierden o desperdician más de la mitad de todas las frutas y hortalizas a nivel global y apunta que alrededor del 25 por ciento de toda la carne de ganado vacuno producida, equivalente a 75 millones de unidades, no llegan consumirse nunca.
Esa cifra contrasta también con el más reciente informe de la FAO sobre seguridad alimentaria y nutrición, presentado hace dos meses, según el cual en 821 millones de personas padecían hambre en 2017, cifra equivalente a una de cada nueve habitantes del planeta.
El informe señala que a nivel mundial, la agricultura produce 22 por ciento más de vitamina A de la necesaria, pero dada la pérdida y el desperdicio de alimentos, la cantidad disponible para el consumo humano es 11 por ciento inferior a la necesaria.
A partir de las evidencias, el documento establece seis prioridades entre las cuales se encuentra la educación y dentro de ella, las campañas de sensibilización y también desarrollar planes centrados en alimentos perecederos.
Sugiere también acciones dirigidas al mejoramiento de la infraestructura pública y privada para sistemas alimentarios eficientes y de buen funcionamiento; mercados igualmente eficientes en el almacenamiento, cadena de frío y procesamiento, entre otras.