Años con protestas y quejas, se han cortado carreteras para exigir precios justos y defender el futuro de las explotaciones agrarias. La crisis del coronavirus está consiguiendo lo que ellos no han podido en años: que la ciudad mire al agro y entienda su importancia.
El campo no descansa, no entiende de virus. Las jornadas arrancan antes del amanecer y acaban al anochecer. No hay tiempo que perder. Las frutas y verduras no esperan a que acabe la cuarentena y han de ser cultivadas y recolectadas en su momento. Al igual que a los animales hay que alimentarlos o cuidarlos. La ciudad se ha despegado del campo. Y a veces se nos olvida que los alimentos de los supermercados ni crecen ni se crían solos.
En unos días, la situación en los supermercados y grandes superficies se ha estabilizado. Gracias a que los productores no abandonan sus tareas ni rompen la cadena de suminstro, al igual que los sanitarios estan en la primera línea haciendo lo que mejor saben hacer, trabajar para que no falte comida en nuestras mesas.
El agro ha estado siempre inmerso en la inestabilidad y eso solo plantea problemas. La estabilidad es básica para el día a día agrario. Esperemos que este y los futuros gobiernos aprendan de la necesidad de dotar al agro de estabilidad.
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