Al conmemorarse una fecha más de la celebración, es de destacar que hace varias décadas, un visionario panameño, instauró mediante el Decreto No 265 del 11 de mayo de 1967, que el tercer viernes de mayo sería el Día de la fiesta del árbol, que hoy llamamos el Día del árbol.
Entre los principales objetivos de este decreto, se incluían despertar el interés y formar conciencia acerca de los recursos naturales en las escuelas, atender el problema de la tala indiscriminada y el daño consecuente a otros recursos naturales como el suelo, la fauna silvestre, el clima y las aguas.
Conforme a lo establecido en la legislación nacional forestal, un árbol, es una planta perenne de tronco leñoso bien definido que se ramifica a cierta altura con copa claramente formada, con altura no inferior a cinco metros en su estado adulto. Este constituye un elemento del bosque, pero puede crecer en forma individual. Resalta así el árbol Panamá (Sterculia apetala).
Los árboles, sumados a otros beneficios, regulan la temperatura, purifican el aire, contribuyen a regular el régimen hídrico, protegen y auxilian en mejorar el suelo, albergan ecosistemas, embellecen el paisaje, protegen las zonas costeras y nos brindan materiales de construcción.
Además, contribuyen en forma notoria a mitigar la acción del cambio climático, al ser uno de los medios de captación y fijación de dióxido de carbono; este gas contribuye al calentamiento global al quedarse atrapado en la atmósfera, luego de las emanaciones causadas por las actividades humanas en la época industrial.
Siendo el cambio climático un referente de actualidad y que se analiza en forma planetaria con la participación de todos los países del mundo, resulta innegable, que uno de los más eficientes mecanismos de contrarrestar este proceso de desgaste de las condiciones del entorno en que se desenvuelve la vida natural, es precisamente el mantener e incrementar los árboles y las zonas boscosas.
Tal cual fue señalado en su momento, el Decreto 255, que planteaba la necesidad de plantar árboles en toda la República, ante los cambios innegables en el régimen de las lluvias, cambios en las temperaturas, en el nivel de los océanos, inundaciones, sequías y otras alteraciones conexas, se hace necesario que todos tomemos conciencia de este conjunto de problemas que por primera vez ponen en peligro la vida y la salud de las comunidades y sociedades.
Es impostergable sumarse a este esfuerzo nacional y adquirir el compromiso de plantar al menos un arbolito, por nosotros, por nuestros hijos, por el país y sobre todo por el planeta.
Esta celebración del Día del árbol nos hace pensar en ellos y viene a la mente entre otros aspectos, el colorido de sus flores, la frescura de su sombra, el sabor de sus frutos y el bienestar que nos deja el oxígeno que a diario respiramos. Esta serie de condiciones, nos obligan a pensar cada día en la necesidad de ampliar y conservar este patrimonio forestal que nos pertenece a todos.
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