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Herramientas de piedra y campos resecos: estudiantes de Princeton obtienen una nueva perspectiva sobre los trópicos

En abril, los campos y bosques irregulares en la Península de Azuero en Panamá están tan resecos que una pequeña chispa puede iniciar un incendio

21 abril 2014 |

En abril, los campos y bosques irregulares en la Península de Azuero en Panamá están tan resecos que una pequeña chispa puede iniciar un incendio – lo que ha sido, desde hace milenios, el destino de innumerables campos y bosques a medida que los agricultores preparan la tierra para la temporada lluviosa. Las temperaturas suben a los 100 grados F grietas se abren en la tierra quemada por el sol mientras un grupo de excursión de estudiantes de licenciatura de la Universidad de Princeton camina hacia una antigua cantera de cuarzo. Para estos visitantes, que vienen por primera vez, más familiarizados con las selvas tropicales y los arrecifes de coral, les sorprende que este duro ambiente fuera el hogar de algunos de los asentamientos precolombinos más antiguos y vibrantes del Istmo de Panamá.

“Traerlos a estas antiguas sabanas antropogénicas, estacionalmente muy secas es una verdadera revelación”, comentó Richard Cooke, arqueólogo del Smithsonian e instructor del semestre de campo en Panamá para estudiantes de licenciatura en biología de Princeton. La mitad del curso, presentada por Dolores Piperno, se centra en el surgimiento y las consecuencias de la agricultura en el Neotrópico. La parte de Richard Cooke se concentra en las culturas de Mesoamérica (por ejemplo, los olmecas, mayas y aztecas) comparándolos con sociedades más simples, no menos importantes que las sociedades de la zona del istmo. Tradicionalmente, esta parte del curso ha incluido visitas a los sitios investigados en los últimos años por Cooke y sus estudiantes y asociados.

“Tenemos toda la secuencia. Tenemos cazadores-recolectores Clovis, algunas evidencias de inmigrantes más antiguos que éstos (de hace 13 a 15 mil años), la transición de la caza y la recolección a la agricultura extensiva, la pesca en estuarios muy productivos y grandes cacicazgos díscolos con sorprendente oro, trabajos rn oro, hueso y concha, así como la cerámica bellamente decorada”, comentó Cooke.

La clase de la jornada inició con una lección sobre cómo hacer herramientas de piedra por el arqueólogo canadiense Georges Pearson quien luego llevó al grupo a un par de sitios diferentes que había investigado: primero un pantano desecado donde perezosos gigantes y mastodontes se hundieron en los pantanos hace 45,000 años – 30,000 años antes que los humanos llegaran - y luego a la cantera cercana y el taller donde los cazadores-recolectores Clovis iban a hacer puntas y otras herramientas de las venas de ágata lechosa. Si bien ningún estudiante encontró otra punta de Clovis, tuvieron la oportunidad de observar los escombros dejados por los talladores de pedernal Clovis y comparar lo que vieron con materiales de un sitio que visitaron antes (Vampiros - 1) donde Pearson había encontrado dos puntas acanaladas enterradas en el fondo de una cueva.

FUERA DEL AULA

Durante el curso, que comenzó en enero y concluye a finales de este mes, los alumnos estudiaron diferentes tipos de bosques a través del Istmo de Panamá, hicieron esnórqueling en las costas del Caribe y del Pacífico, y estudiaron en las instalaciones del Smithsonian alrededor del Canal de Panamá. Para muchos, esta ha sido su primera exposición tanto a los trópicos y al trabajo de campo.

“En las aulas hacemos un montón de cosas teóricas, leemos un montón de publicaciones y en realidad no obtenemos una real experiencia de trabajo de campo. Luego ves realmente lo difícil que es y lo interesante que es”, comentó Danielle Martin, una de las estudiantes, luego de la expedición de Ocú. “Te da una perspectiva.”

A inicios del curso, Catherine Raber pasó días estudiando el comportamiento de hormigas en distintos bosques tropicales. “Definitivamente me ponen a prueba cada día con algo nuevo”, comentó, mientras medía los senderos de forrajeo de las hormigas cortadoras de hojas por el tosco terreno boscoso en el Parque Nacional San Lorenzo en Panamá. “Si no continúo con la biología o con la ecología, siempre tendré la selva tropical y la conservación en mi corazón.”

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